martes, 26 de noviembre de 2013

Domingo, día de fútbol

Todo estaba listo para que echara a rodar el balón, que aunque fuera lo de menos, servía de excusa. Ojos hinchados, caras dormidas, un frío interesante y gorros que nunca debieron haber pasado de proyecto de diseño (gracias More). Pronto empezó el interminable desfile de tuercebotas ataviados en sus mejores galas, conscientes de que fuera del terreno de juego iban a estar los mayores pivones (hoy casados) de sus años mozos. Lástima que muchos parecieron olvidar que el chándal es la prenda que delata la edad por antonomasia. Todavía recuerdo el de mi padre, de aquél color verde turquesa con tela de licra…hoy hasta la OMS lo prohibiría (no sé si por retener peligrosamente el sudor o por atentar contra la sensibilidad estética visual). Ni rastro ya de las chaquetitas con cremallera (tan de los 90), y qué divino creía estar ese hombre que, dicho sea de paso, ha agotado sus recursos para camuflar esa prominente alopecia, vestido con el último modelo de chándal Nike (OJO, Nadal y CR7 nunca deberían ser una referencia en tu armario, amigo).

Los partidos dieron comienzo y afortunadamente, corríjanme enviando sus hojas de reclamaciones al 5505 si me equivoco, no hubo que lamentar lesiones graves. Más allá del golpe en la cadera de Fulanito, o el chichón de Menganito, excusa indecente para no volver a hacer deporte en una buena temporada sin remordimientos. Pero ciñámonos a la verdad, lo importante estaba fuera del terreno de juego. De acuerdo, no pasaremos por alto la palomita del cancerbero de Molins&Co (por cierto, repasemos el atuendo…5 pelado), los quiebros del sempiterno Rovinaldo, el toque de Aldea o, por favor no lo intenten en sus casas, el lamentable penalti a lo Panenka de Ponsa.




El plan pareció salvar a muchas familias que no sabían adónde llevar a sus gremblins en esa soleada mañana dominical, y en algunos momentos incluso se rió a carcajadas del titular de portada que presentaba la biblia de la endogamia burguesa de Barcelona, que decía que en dos mil nosequé morirá más gente de la que nacerá. Desde aquí un abrazo al cenizo que publicó eso y otro al lumbrera que cobra por dirigir dicho rotativo. Miles de niños manteniendo su particular pulso con la ley de la gravedad, contagiándose virus menores dentro de los castillos inflables (el alter ego invernal de las piscinas de amoníaco en las que pasan sus veranos), padres con cara de poca preocupación mientras sus bolsillos se veían amenazados por el fenómeno del ratoncito Pérez cuando sus hijos iban aterrizando en el magnífico tartán del lado Besós del campo de fútbol (con cariño para mis amigos de Jueves Trampa) y sus vástagos aparecían con el Cadí dibujado tras el labio.

No pasaron desapercibidos aquellos que aprovecharon la circunstancia de que el protagonista del día se sentó cerca de la barra para poner a prueba a la organización y su cálculo en cantidad de zumos de cebada. ¿Pero qué os creíais piltrafillas? Jofre no se anda con chiquitas y debió creer que el torneo era de rugby porque trajo producto para emborrachar a Ernesto de Hannover (bueno, o al menos para que cogiese el puntillo tontorrón; no hay que subestimar al bueno de Ernst). Además de cervezas no podía faltar el aroma del café más famoso del siglo XXI, chúpate esa George Clooney. What else? Pues mucho else, guaperillas de medio pelo. Para empezar unos cabronzuelos trajeron desayuno a gogó, no haremos propaganda, pero por culpa de ellos el que escribe estas líneas alcanzó cotas Hommerianas de consumo de donuts y demás bollería (con LL; a la mejor puta se le escapa un cuesco). Una furgo con hot dogs (Frankfurts de toda la vida, dicho en inglés para inflar el precio, en la mejor campaña de marketing de la historia, después de Enrique Iglesias, cantante).

Lucía el sol en el templo del fútbol posh de Sarriá. Un escenario inmejorable para tan especial jornada, co-protagonizada por ilustres amigos de Jano. La grada fue testigo de que con el elixir de la juventud al Guapi le regalaron dos cursos CEAC de peluquería y estilismo, pues de lo contrario que venga Cuarto Milenio y me explique cómo su melenita restó impertérrita al viento durante todo el día. Gustó ver a Miguel Bertrán tratando por todos los medios de hacerse con un billete para la final (llegó a jugar hasta en 8 equipos, y se comenta que sobornó a los árbitros), hito que finalmente no logró pero sí su aparición en la fotografía del artículo que hará que el torneo pase a los anales de la historia de La Razón. Además, dicho artículo nos servirá para cerciorarnos de que lo del domingo no fue un sueño si no que sucedió de verdad.

Entre tanto, las distintas escuadras de viejas glorias exhibían su fútbol de época.  Goles de bella cuenta (me gusta esta frase tan Juan Carlos Rivero), palomitas en HD y regates (slow motion) característicos de jugadores de antaño. Mientras las  generaciones nacidas en los 70 se empecinaban en plagiar la cola de vaca de Romario a Alkorta (nunca imaginé que pondría la palabra Alkorta en un post) y las croquetas laudrupianas, los de los ochenta tiraron de la elástica de Ronaldinho (que tanto castiga el menisco y el ligamento cruzado), pero qué más da, imprime un punto rococó a su fútbol de salón.

El resultado, una jornada increíble compartida por 20 generaciones distintas de exalumnos del San Ignacio y amigos varios de Jano, llegados de frentes muy distintos, bajo el abrigo del ambiente futbolístico de los red devils barceloneses (hasta Aniento quiso formar parte de dicha jornada). Fue un placer ver caras que tanto cariño (y algo de fútbol) le han dado a este campo a lo largo de las últimas décadas. Lo que antes era arena (que tantas rodillas y muslos decoró) hoy es una mayestática alfombra verde de hierba artificial (primero fue la mili, ahora los campos de tierra…las generaciones venideras terminarán por no saber lo que vale un peine).


Por último comprobar que pese a que muchos seguirán contando a sus hijos que ellos ganaron al Barça con un gol de chilena, sólo una generación dirá la verdad cuando lo haga: los chicos dorados del Centenari, hoy convertidos en Janivell. Gran torneo el de ellos y cantada victoria. Aclarar a los hermanos Segura que la beneficiencia terminaba fuera del campo, y que lamentablemente ningún filántropo nos pagaba por goles marcados, así que no hacía falta un resultado tan abultado en la final. Siempre podréis decir que queríais rendir vuestro particular homenaje a Jano plagiando lo que reza su email: janete007.