El pasado martes se cumplieron 26 años desde que finalizó mi periodo de embrionaje (parafraseo aquí a mi amigo Alf) y salí a dar guerra en este, nuestro planeta. Al vivir con 9 horas de diferencia con mi país, en casa hace ya casi un día entero que es mi cumpleaños (forma algo más convencional de llamarle a dicho día). Evidentemente, y pese a las múltiples veces que se lo pedí, mi madre no puede reprimir sus ganas de #serlaprimeraenfelicitarme y cuando todavía estoy disfrutando de mis últimos minutos de sueño, el teléfono me despierta. ¿Lo cojo o ya volverá a llamar? Claro, coño, claro que lo cojo. Al fin y al cabo más que mi día es el suyo. Hoy celebramos el aniversario del día en que ELLA consiguió lo más bonito que puede lograr cualquier mujer en tanto que mujer: ser mamá. Así que, ¡felicidades madre! Pues en realidad yo el 2 de abril de aquel año 1987 no hice demasiado, más que poner contentos a muchos y propiciar que mi querida hermana al preguntarle si me quería coger en brazos dijera algo así como: “uy no, qué feo, si parece un mono…”.
Tras la felicitación materna, mi flamante Samsung Galaxy
SIII versión crash (por el inoportuno golpe que le propinó el suelo, que es muy
cabrón por cierto, con la inestimable ayuda de la gravedad), me acerca una retahíla
de felicitaciones en las diferentes modalidades que nos ofrece este siglo de
invasión bárbara: emails, sms, whatsapps, mensajes de esa conocida red social,
etc. Todas ellas igual de válidas para hacer que me tire media hora más en la
cama, dándome un particular baño de cariño. Amanecer así es otra
historia…y solo por eso ya se podría decir que he hecho el día.
Cumplir años a distancia ciertamente se te hace extraño.
Quien diga lo contrario miente. Por poca importancia que le des a dicha efeméride,
(pues no deja de ser un día más), cuando lees a toda esa gente que se ha tomado
la molestia de redactar aunque sea un simple “felicidades mamón” te sientes
distinto a los otros 364 días del año. No importa la fuerza de la relación que
tengas con cada una de las personas que te han felicitado, si lo han hecho
significa que en algún momento del día entre sacarse una burilla y felicitarte
han optado por lo segundo, o quizás por las dos a la vez, pero han pensado en
ti y han querido contribuir a hacerte sentir más arropado.
Mención especial para aquella gente con estrella en mi vida,
que de alguna forma me han dicho algo más que “felicidades”. Esos que habéis
querido llamarme por Skype, por teléfono, me habéis enviado una foto o un
mensaje original o en su defecto un email “un poquito más currado”, habéis dado con las palabras…o de alguna forma habéis estado a mi lado en este día.
No quisiera hacerle perder más tiempo al lector, simplemente
muchas gracias a todos, sentiros tan cerca me ha acentuado, aún más, la sonrisa que llevo
incorporada de serie.
Besos a tod@s,
Iago.
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